sábado, 16 de julio de 2011

Pero, ¿por qué yo?


Pero, ¿por qué yo?

No paro de preguntármelo, y, peor aún, de preguntárselo. Ya sé que soy un pesado, tronca, pero más pesado es mi cerebro, mi mente, que no me deja en paz. ¡Nunca! ¿Qué tengo que hacer? No lo sé, ¡COMPRO ORO!

Hay tipos de oro y ORO. Y el eterno dilema de si pudiera ser más simple o más tonto para ser más feliz y no tener pensamientos de suicido A CADA SEGUNDO excepto cuando nado en la playa (¡por eso quiero que te metas conmigo al agua!)… Es, de todas formas, un pensamiento tonto, ya que ningún genio de la lámpara se me va a aparecer para concederme el cambiar de mente con cualquier lelo. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué yo?... Es una lata tener todo el día a alguien que no te entiende al lado, que te riñe y te mal interpreta todo el rato, y sólo rebajándote a su nivel puedes llegar a un mínimo de entendimiento. ¡Con lo felices que son las palomas! ¿Y yo qué? Todo el día a remojo, como los peces. No lo aguanto más.

Y sí, sí, sí… Ya sé que con quejarme no gano nada, ¿y qué? ¿Qué hay que ganar?... Dudo mucho que nadie se vaya a reconciliar conmigo, yo, que aparenté ser tan majo al principio, ¿verdad?

No importa; Conoceré a alguien. Me llevará al cine. Pediremos palomitas (yo discutiré con los camareros de dentro del cine porque no hay tamaño grande de cerveza, pero coño, lo indignante es que no te dejen echar dos cervezas en un vaso de Coca-Cola grande, ¡absurdo!), y, entonces, la persona en concreto a la que esté engañando en ese momento empezará a darse cuenta de que soy un poco rarito. ¿Y qué? Fin de la historia.

Si es un poco especial quizás sea yo quien la lleve al autocine, ¿y qué?... ¿Para cuándo alguien que me enseñe algo a mí? Algún maestro, algún gurú, lo que sea… Yo no paro de buscar la paz espiritual, pero siempre está ahí la tentación de auto lamentarse… casi digo auto lamerse, que también… en cualquier caso… aquí dentro no ha habido Paz nunca…

¿Cómo hallarla?... ¿cómo dejar de pensar? Así, sin más… es lo que quiero… quedarme en posición de yoga… en la posición del loto creo que se llama… estar en paz si quiera un ratito… dejar de ver a los conocidos como pitufos interesados… como abejas que trabajan para una reina que es mi mayor enemiga… como si yo solo fuera un zángano inadaptado y me comieran hormigas diminutas por dentro poco a poco…primero de dentro del pie hasta fuera y roer las uñas… como ratas…. ¿por qué yo?

Que solo quiero salir del cubo de basura en el que llevo dentro ya tantos años, desperdiciados por un vano intento de ser lo que no seré nunca. ¿Y el genio? A ése no le veré yo el pelo en vida… Conocí un día a un tipo al que le llamaban El Perro de las Mil Quinientas… lo más parecido a un genio bondadoso que conocí… En realidad, era un hipócrita…de los buenos…ya lo sabes, el dog, el perro… un cachondo, eso sí… pero tampoco él compartía mi sentido del humor…nadie lo hace…quizás ni si quiera lo tengo… Me gastan la peor broma y ni si quiera la pillo. ¡Los sustos! ¡Eso sí! Bien lo saben los que me conocen… tú también…y El Perro también…

Me asusto con tanta facilidad como una mosca se choca contra la ventana cerrada. Es de risa, ¿no? Pues pregúntale a la mosca. Mi vida es una vida de mosca, ¡pero con conciencia de ello! Me siento un insecto, ¡por que lo soy!... pero lo malo…lo malo es que yo sí sé que lo soy... ¡los demás no! Pregúntale a una mosca si le hace gracia chocarse contra lo invisible, no ver por qué fracasa a cada intento, o, peor aún, ver que algo tan simple como un fino cristal es capaz de arruinar TODO lo que le importa en la vida. Te aseguro que no es divertido. Claro, para el que mira desde fuera, sí. Los chistes físicos a la gente le encantan. Al que se da la hostia desde el columpio, no. Luego, con el tiempo, se olvidan del dolor y se ríen… Eso te da una idea de lo terapéutico que es el tiempo. Pero a mí el tiempo solo me hace pensar en que pronto tendré la próxima hostia, y luego, ya no me dará tiempo a que el propio tiempo terapéutico pase para poder reírme de ella. Así, solo puedo pensar en la hostia, en la mosca que choca, en lo cansado que estoy…

Claro que acabo molestando con tanta queja, pero, ¿qué cojones voy a hacer? Si sólo me salen quejas, ¿por qué no quejarme? Me quejo y me re-quejo. Y odio tanto mi vida como quejarme, y más en tanto que mi vida es una queja y en quejarse se basa mi existencia. Ni Chaikovski tuvo hijitas el pobre… ¿se puede comenzar una adicción ya siendo mayor? ¡Claro que sí!

Yo, que soy un marginado, estoy catalogado, según los estudios de Proyecto Hombre, como perteneciente a uno de los sectores más vulnerables para caer en Las Drogas. ¡Dios me libre!

El tío de Proyecto, dice que el mundo de las drogas es un mundo de sombras y sin ninguna luz. Sí, pero, luz, ¿dónde? Yo ni con ellas ni sin ellas. Ni con deporte, ni con estudio... ¡ni nada! Aunque acepto que las drogas que te venden como luz no son luz, son drogas. Sí, pero, ¿y la luz? ¿Y la gente que ve las drogas como luz? ¿Y la gente que es feliz con drogas? Yo debo ser un amargado o algo así, porque ni con ellas, ni sin ellas.

Lo último fue lo del Loro. Me quise comprar un Loro. Él me haría compañía. Pero luego, las complicaciones. Vale una pasta, y si ya sabe hablar, más. Si no, se tarda años en conseguir que aprenda a hablar, y mientras tanto, yo, ¿qué? Me olvidaría de hablar casi, que aunque hable solo, como hoy desde el trabajo, lo hago con el ordenador, por que mi letra ya ni la entiendo. Además, que no tengo fuerza para coger un bolígrafo desde casa…como mucho... impulsado por la cerveza o el vino…el vino… la consciencia de vivir y de sufrir la vida… Ese no poder ya más… Sentirme como una señora de cuarenta años con TANTA depresión…

Sin fuerzas casi para despedirme de la flor... Para gritar al mundo lo sexy que siento esta derrota que llevo encima, cubriéndome de pies a cabeza. Y la cabeza empapada en algo pringoso, como un huevo de semen que se me rompe encima del pelo cada vez que me levanto por la mañana y me acuesto por la noche…Y en lo real, la almohada, tan sucia. Sin sábanas, todo tirado a mi alrededor, como una vida más echada a perder en una ciudad tan bonita. Es prácticamente increíble lo que el alma te puede hacer pensar, a pesar de todo lo bello de tu entorno. Ser la piedra más negra y oscura en un mundo de aparente luz, donde sólo se ve la luz al final de la luz, la negrura más oscura que la imposibilidad de andar de puntillas para un pies planos. La vida, que pasa, y me deja tirado, sin luz, sin sombra, sin nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario