martes, 25 de octubre de 2011

Reflexión sobre la Comedia.

Cuando una persona se propone cumplir el mayor de los despropósitos, es decir, pasar por esta vida como si importase, como si tuviese sentido, saltan las alarmas de los pocos cuerdos que quedamos en la sociedad (o al margen de ella). Me refiero por supuesto a los borrachos, ladrones, locos, indigentes, violentos, ludópatas...

Tal afirmación plantea la siguiente dicotomía: si los "locos", por resumir, son los únicos cuerdos, los que entienden o entendemos que la vida es una broma, un chiste perfecto (a pesar de quizás ser humor absurdo y de que como ya dije la perfección no existe) y los que se la toman en serio son los que tienen el plan más descabellado, ¿quién es el que acierta en su juicio?

Yo, como persona desordenada o "loca", puedo decir que estoy en posesión de esta Verdad, y ya que mi vida es una broma, así me la tomo. Pero al ser una Verdad que trasciende la comprensión real de mi condición, al conocer tal designio, estoy actuando en consecuencia, de manera seria y cuerda. Es lo más normal tomarse a risa una broma, y el loco es el que, por ejemplo, cuida su salud para tener una vida "mejor" (¿una broma mejor?).

La dicotomía, digo, que hay entre los que se toman la vida en serio y los que no, se torna entonces enrevesada, ya que es evidente que, al tomarnos la vida a broma sabiendo que es una broma, estamos siendo serios: la verdadera jugada sería tomarse la vida en serio sabiendo que es una broma, pero ésto seguiría siendo una broma, sólo que más rebuscada.

Es entonces mi conclusión que los únicos bromistas son los que se toman la vida en serio sin tener consciencia de que su cutre vida es una broma.

Y en un plano mucho más sencillo, más plano... Qué cojones, esta gente es descojonante, sólo que para poder reirte de su "perfecta" e inconsciente broma hay que estar del otro lado, del lado de los cuerdos (o, como ellos dicen, locos).

Para mí, el chiste mejor contado es el del respeto horario. Inventan las horas y se auto imponen respetarlas. Es como seguir un rol cómico. Y lo mejor, es real.

He aquí mi pequeño homenaje a las personas que cumplen horarios, se duchan a diario o tienen pareja. Porque ellos son los únicos que hacen de su vida una obra de arte.

Retoma desde este blog su misión, Ciudadano Sexy.

25 de octubre de 2011 (si eso tiene sentido).

lunes, 17 de octubre de 2011

FRIKIS BORRACHOS - "El salón del manga" por Capitán Z.

FRIKIS BORRACHOS 0
-El salón del manga-

(Fredo y Jaime, dos adolescentes freaks que descubren el alcohol)


F- Oye, Jaime, deberíamos ir a la convención del cómic en Barcelona.

J- Creo que se llama “salón del manga”…

F-¿Qué lo tienen todo manga por hombros?

J- No, hombre.

F- Y, ¿es un salón con sillones y tele?

J- Pues no creo, tío…

F- ¿Priva gratis?

J- Con mucho gusto, caballero.

F- ¡No, no! ¡Que si habrá priva gratis en el salón!

J- Pues mi madre siempre tiene una botella de anís del mono en el mueble bar, pero no creo que sea apropiado…

F- ¡En el del manga!

J- ¡Ah! Pues, chico, no sé… Por  cierto, ayer estuve con César comiéndome una ensalada ídem y me dijo que su jefe le iba a despedir, pero que, sorprendentemente, al final, le acaba de ascender.

F- Hay tíos con suerte, ¿eh? No es el caso de César…

J- No, no lo es. El pobre nunca estuvo muy inspirado… le falta algo, no sé… quizás se le vea deshumanizado por tener el ochenta por ciento del cuerpo quemado, pero, creo que, si te acostumbras, puede incluso parecer atractivo…

F- Ya… Oye, ¿bajamos al parque a jugar al ajedrez?

J- No, ahora no me apetece. Prefiero ir al cine, echan esa de Jim Carrey.

F- Ese Jim Carrey no existe, tío. Es un camelo, ¡como Notre Dame!

J- ¡Buf! No empecemos con las teorías conspiracionistas negacionista, que comienzas negando el holocausto y al final acabamos metiéndonos en cosas gordas, como lo de que la cerveza no lleva alcohol.

F- Te lo juro, tío, ¡no lleva! El otro día me pararon los picoletos y les dije que me había bebido una caja de cervezas, y ni me hicieron soplar, ni nada.

J- ¡Pero si no tienes carnet de conducir! ¡ni coche!

F- Ya, se centraron más en eso… y en lo del coche robado y el chico peruano del maletero. Pero creo que mi abogado ya lo ha solucionado todo, dije que conducía César.

J- Pero… ¿si te cogieron en el momento…?

F- Presentaré a César al juicio y diré que es yo, pero que tuve un terrible accidente.

J- Pensarán que has vuelto a usar un coche, te entrullan fijo.

F- A mí, no. A mi yo quemado.

J- Bueno, anda, vamos a tomar una copa y echar una partida.

F- ¿Iremos al salón?

J- ¡Ya te dije que el anís es de mi madre!

Por Capitán Z.

jueves, 13 de octubre de 2011

Igor Méndez ante los graves ataques a su persona y la imposibilidad de una defensa justa.

Bien, parece que recientemente, Capitán Z. (creo que es Capitán Zurullo), Chino Bélez, y otros "articulistas" de este blog, han decidido meterse en uno de los mayores problemas de su vida.

Desde luego, todo el mundo puede comprobar que la historia la han empezado ellos. Sin ningún tipo de motivo, más allá de unas flores de agradecimiento que le regalé a la mujer de Bélez, que es crítica de teatro e hizo una buena columna en la revista Infiltrados el pasado miércoles, no le veo sentido. Bueno, sí. Uno bastante claro, sobretodo por parte del profesor Lulilolelaleniano, amigo inseparable de Capitán Z. Ambos paseaban el otro día por el parque, con sus doscientos dálmatas, (Capitán llevaba uno y  Lulilolelaleniano iba a merced de los otros ciento noventa y nueve ), cuando, de pronto, me vieron al fondo del paseo marítimo, pensando en mis cosas, o leyendo un libro, no recuerdo, y mal interpretaron que yo no les había querido saludar, cuando, en realidad, ni si quiera les había visto. Sólo había oído algún ladrido.

El caso es que Lulilolelaleniano trabaja en el mismo vertedero que yo, y creo que me tiene envidiad por mis dotes... físicas.

Hay algo que siempre le saca de quicio: la imposibilidad de perfección. Y, a mí, que no es que me saque de quicio, he podido comprobar que un dos tres ¡plas! Convertido de nuevo, despistado es el caso, ¡en el momento seguro en el que nada es seguro y sólo una mirilla invertida podría dejarme ver lo que yo mismo hago en tu habitación! ¡el invertido soy yo! ¡Soy Capitán Z.! ¡Soy Lulilo! ¡Soy Bélez! ¡Mentira!

Tan sólo soy un Ciudadano, un Ciudadano Sexy.

¡Que se joda Igor Méndez!

La imposibilidad de decir la verdad haciendo la más grande bola de nieve de mentiras, o, como a mí me gusta llamarlas: bromas. La forma de tornarse oscuro el verbo en el paladar que me imposibilita sentir como el resto de personas que me rodean, atacando sin piedad los aledaños de mi corazón, no me hace si no volverme más fuerte en mi locura y torturarme para rebuscar la más pura antiperfección del mundo humorístico: la mayor broma jamás gastada, un leve movimiento de manos que formen la imagen de un conejo, un conejo-cómico con poderes sobrenaturales, que, proyectada su sombra contra una pared gris, por fuerza, aterrorice de risa a todos y cada uno de los bobos espectadores. Espectadores asombrados por el comienzo de nuestra actuación-cómica, cuya primera meta y objetivo a cumplir han de ser el horror y pasmo de cada uno de los que hayan venido por voluntad propia. Y cagarnos y mearnos en cada uno de los que abra la boca, desde sus sillas y mesas y flores decorativas encima del mantel, ¡todo pasado de moda! ¡mearnos en todo! ¡mi guiñol! ¡mi muñeco, meándoles! Y la risa del primer intelectual que salga a rezar por cada uno de mís pecados, será la mejor de las confesiones, la que más alivie, la que quite cada uno de los estigmas o chistes que puedan quedar enquistados en lo más profundo de mi corazón y de mi semen, para así poder volver a ser impuro. Un idiota, un bastardo. Y acabar la actuación con un final coherente, y que me tiren rosas o champagne indhú.

Por fin estoy en el camino correcto, es obvio que desatenderé cada una de las llamadas a la cordura, dejándolas sonar hasta el último tono, tensando la cuerda hasta el peligroso final, como Andy, como Jesús, como cada uno de los filósofos que se dejaron barba para castigar a sus mujeres y sacrificaron su pene y su humor por gentileza. Por honradez. Por estupidez. Por tacheques.

Chino Bélez.

sábado, 8 de octubre de 2011

LA NIÑA FARLOPERA

LA NIÑA FARLOPERA

Se metía cantidades increíbles de perico
porque para algo tenía guita para eso
y más.
También se bebía botellas de vodka del bueno
se las bebía como si fueran agua
ella solita en casa.
Se liaba con tipos de la peor calaña,
chulos de mierda, carne de cañón,
y los iba a visitar al reformatorio.
Y se vestía diferente de las demás,
con un estilo macarra, barriobajero
metiéndose en múltiples peleas.

A parte de todo eso
cantaba como los ángeles.

Por Capitán Z.

miércoles, 5 de octubre de 2011

24/7 de Capitán Z.

24/7


A veces sueño que conduzco un coche a toda velocidad. Mi pelo es negro y lo tengo un poco largo, aunque tengo unas buenas entradas que auguran una pronta calvicie. Llevo gafas de sol y patillas largas y gruesas, y, en mi coche, que no sé cual es, suenan los Rolling Stones (a pesar de que nunca los he escuchado en mi vida real). En el sueño estoy en un atasco en la ronda litoral, en Barcelona, y cada vez que me paro del todo, pues la densidad del tráfico es inmensa, cojo un libro pequeñito que hay en el asiento del copiloto, lo apoyo en el volante, y lo abro por la página marcada, para leerlo.

El libro contiene varios cuentos, todos ellos con un final moralizante, lo cual me agrada, pues me siento más sabio a cada parada del tráfico, en vez de embrutecerme, como les pasa a los demás conductores cuyas caras alcanzo a ver.

En determinado momento, justo cuando estaba acabando un cuento que me interesaba mucho, el tráfico comienza a fluir bien, y ya casi no tengo momentos de parón total para poder leer el final. Lo intento leer sujetándolo con una mano mientras avanzamos lento, e incluso me quito las gafas de sol, para poder ver mejor y acabar lo antes posible.

Otras veces sueño que soy un chico asturiano de dieciséis años en el día con más prisa de toda su vida. Un chico atlético, al que se le ve con potencia física. Voy corriendo como alma que lleva el diablo hasta entrar en una biblioteca pública, y subo las escaleras de cuatro en cuatro, pisando unos gusanitos que ya estaban aplastados.

Otras veces, me tumbo en el sofá de mi casa y no me duermo. Prendo la televisión y limpio zanahorias crudas para comerlas mientras mejoro y empeoro mi vista a la vez. Para equilibrar.

El caso es que un día, estando dormido, soñando con que era el conductor-lector de Barcelona, me desperté y estaba en mi sofá comiendo zanahorias y viendo la tv, y me dormía en el sueño-realidad, y era el joven asturiano que corría a la biblioteca.

Gusanitos aplastados, zanahorias, libro de cuentos...Aquello tenía que significar algo. Recuerdo que busqué en google “cómo no volverse loco” o “qué hacer en Gijón si estás loco”, pero no encontré ningún resultado. Y entonces me empecé a obsesionar y a temer el sueño como el yo-durmiente temía el despertar cuando tan sólo era un adolescente borracho y sin fuerzas para correr, evitando crecer e intentar recuperar el tiempo en los atascos, el tiempo que nunca debí malgastar conduciendo un coche en mi juventud, porque luego sólo podría abocarme a estar tirado comiendo zanahorias y viendo basura en la televisión.

Y, pensando todo esto, en el metro de París, los vi. Después de tanta obsesión y tantos sueños, ¡parecía una locura! A mis pies, entre los míos y los de una señorita rubia, estaban los gusanitos, ¡y quedaba uno por ser aplastado! ¡Era mi salvación! ¡Nadie más se aprovecharía de mí! ¡No malgastaría mi adolescencia! ¡No pervertiría mi juventud! ¡No tiraría la toalla para el resto de mi vida! ¡Iba a conseguirlo!

Pero la señorita levantó su pie y aplastó el último gusanito. Y ya sólo pude seguir llorando.


Por Capitán Z.

lunes, 3 de octubre de 2011

PARÁLISIS PERMANENTE

PARÁLISIS PERMANENTE

Igor Méndez es un capullo. No tiene ni idea de esto, ¡yo soy el rey de esto! Sólo veo series absurdas en la televisión, y paso mi tiempo tirado en la cama, empapado en sudor, empapado en alcohol, empapado en la paranoia y empapado en la envidia insana y obsesionado, comiendo para quitarme la ansiedad asfixiante que me angustia a cada segundo. El caso, es que mi único amigo me dice que me parezco a la canción de Parálisis Permanente, por aquello de “leo libros que no entiendo más que yo, oigo cintas que he grabado con mi voz” … Me lo dice en plan de broma, en plan de “eres un egoísta, pasas de la gente” …Pero… pero cojo la letra del grupo, de Parálisis, y la desgrano en mi cerebrito poco a poco, y dice exactamente, punto por punto, coma por coma, palabra por palabra, mi vida:  “Me miro en el espejo y soy feliz” … ¡si es mi mejor pasatiempo! ¡Sólo me hago gracia yo, mirándome en el espejo, dedicándome la mejor de las sonrisas! ¡Me pongo a hacerme bromas a mi mismo! Y también dice “Encerrado en mi casa, todo me da igual, ya no necesito a nadie, no saldré jamás” Es, básicamente, el discurso que le suelto a quien me pregunte cómo es mi vida: Intento no salir nunca de casa, no hacer nada, no pensar en nada, apagar el teléfono para las … casi ninguna persona que en realidad me llamaría si lo tuviera encendido…en fin, me dice mi colega, “¡Ciudadano, tío, con lo Sexy que yes…! En fin, que sigue, la canción, idéntica a mi vida, y en la frase que más me ha sorprendido leer, a pesar de que ya conocía la canción desde hace muchos años, y, de hecho, tengo el cd original de Parálisis… y ésta es la frase que más me sorprende, por el hecho vital que supone para mí: “Y me baño en agua fría sin parar”. ¡Exacto! ¡Lo que supone para mí lo de las duchas frías! ¡Me paso el día bajo el agua! ¡Me dijo la persona que más me conoce, que es porque soy Piscis! Y el tiempo que no me paso bajo la ducha, no pienso en otra cosa. Estoy obsesionado. No soy un obseso de la limpieza ni de la higiene, me llego a duchar diez veces al día como único escape para salir de la tortura que supone vivir aguantándome a mí mismo. Es como si, bajo la presión del agua helada cubriendo cada centímetro de mi piel, la Desgracia se quitase de repente, por una fracción de segundo, y me limpiase de verdad. En cierto modo, sí hablo de higiene y de limpieza. Sí estoy obsesionado con eso. Pero no me refiero a la del cuerpo, a la de la piel, sino a la moral, a la ética. Yo quiero redimir mis pecados, ¡sufro por ello a cada instante! ¡No quiero borrar mi pasado, sólo quiero ser perdonado! ¡Que sean perdonados todos, cada uno de ellos, y se me trate como a algo normal, aquí y en el más allá! Y siguen, los Parálisis, comiéndome la olla con su mítica canción: “Me tumbo en el suelo de mi habitación, y veo mi cuerpo en descomposición” Parece un relato de mis horas en la vieja habitación, de hecho, si le añado la parte en la que dice “leo libros que no entiendo más que yo” mientras estoy tirado, en el suelo de la habitación, mirándome en el espejo, viendo mi cuerpo en descomposición, pero siendo feliz, sin tener miedo a nada. ¿Qué me puede pasar estando, solo, en mi casa? ¡Nada! Como mucho, que se me caiga el techo encima, pero nada más. ¡No pueden venir los cerdos a detenerme nunca más! ¡no pueden venir mis amigos a reprocharme cosas, a proponerme cosas que me den la más mínima esperanza, que es lo peor, la esperanza! ¡No puedo enamorarme, no puedo hacer nuevas amistades, no puedo volver a ser defraudado! ¡no puedo volver a ser traicionado! ¡Sólo puede caérseme el techo encima o volverme loco del todo con esos malditos libros! Y tenían para más, los Parálisis: “Ahora soy independiente, ya no necesito gente, ya soy autosuficiente, ¡al fin!”